domingo, 29 de mayo de 2016

     Viernes  13 de noviembre en París. Noche de pólvora, sangre y terror. Varios  comandos yihadistas abren varios frentes, uno en las inmediaciones del estadio de fútbol Saint Denis, otro en una sala de fiesta en la avenida Voltaire y el último  por las calles del centro de la ciudad.

                                  vista de los tejados  de la ciudad con la torre Eiffel al fondo
   
     21.20 h comienza la barbarie, intentan perpetrar una matanza en el estadio de fútbol Sanit Denis , al no conseguirlo detonan sus explosivos. Al poco, un hombre a cara descubierta abre fuego contra la cafetería Le Carillón y Le Petit Cambodge al menos dejaron cien casquillos tal fue el desenfreno de los terroristas.  En la calle Charonne, en el 11 éme arrondisement,   dos individuos  también a cara descubierta vacían sus cargadores contra la terraza del café Belle Équipe.


Fachada de la sala Bataclan
       Pero donde se perpetra la mayor sangría es en la sala de conciertos Bataclan a modo de premonición actuaba el grupo de rock Eagles of Death Metal .


      Mientras,  jóvenes parisinos ajenos a todo disfrutan de una noche de  fin de semana más. Tres terroristas asaltan la sala de conciertos, se hacen fuertes en el interior, donde retienen a más de cien personas permaneciendo más de tres horas , a sangre fría y activando sus cinturones explosivos ejecutan a más de ochenta  personas  causando centenares de heridos.

    Total de este sinsentido 137 muertos y más de 415 heridos, muchos de ellos con graves heridas. Un día negro  para la historia. Un día negro para París, para Francia, para la humanidad, como lo fue Madrid, Londres,  Bruselas o  el Líbano, y todos los días Siria o Irak. Toda esa destrucción y muerte en nombre de  ¿quién? y  ¿para qué?. 

    Los días que siguieron a aquella barbarie, la bella París,  permaneció en estado de Shock. La seguridad se hizo extrema, los controles policiales se multiplicaron, las fronteras permanecieron en alerta,  los aeropuertos  rozaron la esquizofrenia.

  En uno de los discursos más emotivos pronunciado por un presidente de la república y con toda la solemnidad que saben   hacer   como    ningunos   los franceses,  François   Hollande   pronunció  el  ya      famoso        “Francia está en guerra”.

     Seis meses más tarde recorrí esos mismos  lugares para tomar el pulso a la ciudad, como siempre Goa Tours organizo este íntimo viaje. Mi conclusión. En París ha vuelto a salir el sol. 



  


   










viaje  sensorial, callejero,  mundano así definiría yo estos días en la capital francesa.



Durante cuatro días recorrí,  avenidas, calles empedradas, mercadillos , visité anticuarios a orillas del Sena,  jardines con músicos , plazas públicas donde gente corriente muestran habilidades poco corrientes, asistí  igualmente a  verdaderos conciertos  en el metro y actuaciones magistrales en garitos inmundos , en definitiva vi fluir la vida.  



     Lugar de vegetación sobria, de musgo por doquier y piedra gris. Allí todos en armonía reposan para la eternidad, pintores, escritores, malhechores, políticos,  canallas,  científicos, botánicos, cantantes e infinidad de gente famosa; me refiero al cementerio Père Lachaise. Un lugar digno de ver, con sus calles y avenidas perfectamente definidas.

    A la entrada el nombre de sus   moradores más ilustres  como  Honoré Balzac, Chopin, Delacroix, Moliére, Édith Piaf, Yves montand, Modigliani, Simone Signoret, Oscar Wilde, Marcel Proust, y muchos más, desgraciadamente  todos estos genios no tienen nadie quien les llore ni les lleve flores frescas, salvo uno, el rey del cementerio JIM MORRISSON el cantante del grupo The Doors.







  La tumba de Jim Morrisson es la más visitada de todo el cementerio con diferencia, será porque murió joven.



     En la valla de seguridad los fans han colocado candado ( símbolo de encadenamiento amoroso) cintas de colores, rosarios, gomillas del pelo, y alguna que otra prenda íntima que los sepultureros se afanan en quitar con premura.


Del camposanto  me dirigí a  la rue Charonne también en el 11 éme arrondissement, donde hice una parada en la cafetería Belle Équipe, allí 20 personas encontraron la muerte.

  Fue la última cafetería en recibir el brutal ataque del comando yihadistas. 


   Siguiendo los pasos del  comando llegué a la confluencia de la Rue Alibert y Bichat en la esquina, el Hotel-cafetería Le carillón y enfrente Le petit Cambodge,  los dos establecimientos sufrieron el horror dejando un rastro de 14 muertos. El 13 de enero, Le Carrillon reabrió sus puertas, aquel día los empleados manifestaron a la prensa y vecinos que se congregaron que en honor de todos los fallecidos, el establecimiento permanecería inalterable, igual que antes de los atentados pero con las marcas e impactos de las balas. 

interior de Le Carillon 
  Otros bares que sufrieron la despiadada  acción de los terroristas fue el Cosa nostra,  la Bonne Biére y  le comptoir Voltaire. En total 39 muertos en estos establecimientos del centro de París. 

     Este pequeño relato va en honor de toda esta gente anónima, que un día cualquiera se encontraban en el momento y lugar equivocado, personas con ninguna responsabilidad política ni capacidad de influencia económica, personas de toda condición y color de piel, gente corrientes.

      Hoy ha sido París, ayer Madrid o NY, pero también me acuerdo de Palmira, Homs, Bagdad, o los ahogados  de    todos   los   mares   buscando   un futuro   mejor. A   todo esto sólo cabe una pregunta ¿ha valido para algo estás muertes y tanto dolor?   A mi juicio    NO.

    Seis meses después, la luz ha vuelto a Paris.

     He recorrido estos lugares para la historia y puedo dar fe de la capacidad de superación del ser humano ante  pruebas difíciles y desgarradoras.  Las terrazas de todos estos establecimientos lucen llenas, con gente con ganas de seguir con sus vidas, alegres y esperanzados. No me sentí ajeno a sus vidas estos 4 días.
   

   En la cafetería Belle équipe, entre los clientes una compañía de teatro nos animó la estancia, actores y actrices se presentaron en tromba con las caras pintadas.


  No era carnaval corría el mes de mayo. En su terraza ahora  famosa y de infausto recuerdo semanas atrás, no se intuía desesperanza ni desánimo.

                actores tomando un cafe´en Belle équipe



Llegué a la plaza de la Bastille, Plaza con mucha carga histórica  y símbolo de liberación para el pueblo francés.

 En unos de sus cafés me tomé un té, soy asiduo.  “L ´adition”   ascendió   a  5,30 €  todavía lo tengo atragantado.

    Ésta plaza, con el discurri de los años y dado su simbolismo se ha convertido en lugar de reivindicaciones, mítines y protestas.

     Pude constatar que en aquella gigantesca plaza reina la  radicalidad pacífica , okupas ideando sus asaltos, muchas rastas y poco jabón, flautistas con sus canes y canes con sus  perroflautas, gente alternativa sin muchas alternativas, y yo . Bailarines con mucha destreza, otros con poco sentido del ridículo, pero nadie se sentía desplazado ya que todos los desplazados se desplazan allí, patinadores geniales, y el más grande dominador de bici que jamás he visto, un genio con todas las letras.  Quedé en mandarles estas fotos.    


 












     El recorrido de vuelta de ese día fue por el boulevard Voltaire, allí me detuve un buen momento a reflexionar enfrente de la sala de fiesta Bataclan,  otro lugar   para la historia. 

     Es curioso como buscamos significados a sitios que como éste tienen mucha carga emocional, en su parte inferior su fachada es de un color negro mate, no así, la parte superior. El lugar sobrecoge. En el lateral del edificio  cuyas imágenes nos mostraron hasta la saciedad todos los canales de tv, hoy está cubierto de andamios. Es como si hasta el edificio debiera  sanar sus heridas.    
  

               Dos jóvenes de confesión judía pasan ajenos ante la sala Bataclán.

     Depués de la caminata, como muchos parisinos me desplomé en el césped de la place des  Vosges,   bellísima plaza que rodeada   de  edificios de ladrillos vistos  a descansar . Había gente de todas las nacionalidades y condición un ambiente muy juvenil y distendido, el tiempo acompañaba. Me acerque a modo de curiosidad a ver  los escaparates de una inmobiliaria de la zona, estudio de 29 m2 precio 500.000 €, una de las dos cosas no me encajaba. 

   Un lugar con unas vistas magníficas de la ciudad  es , una colina de 130 metros de altitud  donde se alza  la Basílica del Sagrado corazón  le Sacré Coeur.


Basílica du Sacré Coeur
      Ésta Basícia de Paul Abadie se empezó a construir en 1875 durando sus construcción casi  40 años  , sus dimensiones son imponentes 83 metros de altura y 35 de ancho.

 
Place du Tertre, Montmartre
   

Pero mi viaje  no consistía en ver monumentos, ni palacios, ni museos, ni criptas  sino ver gente,  pasear,   observar, respirar el aire parisino,  así que, deambulé por calles empinadas, a veces angostas, otras empedradas, calle repletas de cafetines con sus terrazas, algún que otro   cabaret de historia inconfesables, calle con escaleras  y plazas adoquinadas.Por supuesto hablo del barrio de Montmartre, el barrio de los pintores, el barrio más bohemio de Paris.



   
Otro de los símbolos de París es el Sena, con  sus 37 puentes, convertidos en 37 bellas historias de reyes, batallas y leyendas que uno descubre paseando.

Músico en el puente St. Michel 

En el Sena los libreros han establecido su hábitat a lo largo de más de 4 Km, desde el Museo de Orsay hasta el muelle de Sully y desde el Louvre hasta el Pont Marie.

Aquí encontramos maravillas de la literatura, obras raras, y deliciosas encuadernaciones, desde ensayos  sesudos a libros de sexología o comic. 


El Sena y sus riberas de aguas mansas huelen a papel viejo, esconden muchos secretos historias de amor y desamor, crímenes e historias de espías. Y grabados
   
Dama leyendo un e-book en la rive droite del Sena
En el Sena, se pasea, se ama, se hace deporte, unos  buscan inspiración, otros anonimato,  y muchos  simplemente  a leer tranquilamente.



    En el Sena se vive, se sueña, se hacen planes; unos de futuro otros como suicidarse. Eso es el Sena en esencia . 





típico bar Parisino, con una bella camarera. 


     París tiene varios símbolos, la Torre Eiffel, sus monumentos, los museos, el Sena, pero también sus cafeterías y terrazas, muchas se muestran con sus mostradores de madera decrépitas, suleos de figuras geométricas, ventanas con suis postigos antiguos, botellas con dosificadores, pero todas con mucha personalidad y encanto.




En sus estanterías, Ricard, MArie Brizard o Jhonny Walker, sólo eché en falta a Jean Paul Belmondo con su Gitane en los labios  


señora con su copa de vino blanco en una terraza

   La vida de barrio gira en torno a estos lugares. Lugar de reunión para hablar de banalidades, preparar tesis doctorales, aparentar lo que se fue y ya no se es, para echar un rato sin más o preparar conjuras, también sólo estar.


  Los fines de semana al caer la noche unos músicos rememoran a Jacques Brel otros a Francis Cabrel.

 
Pequeño recital un viernes en un bar de barrio


 





Músicos ensayando en un parque del centro de París
Músico en la calle Mouffetard










Detalle de un guitarrista 
   


     De la torre Eiffel ya se ha escrito mucho, así que, sólo diré que tiene 2.515.241 tornillos.

Goa Tours, como siempre organizó el itinerario de este íntimo viaje.

Todo esto es París y mucho más.

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